domingo, 21 de agosto de 2016

Capítulo 1.4

MAX-NEEF: EL PODER DE UNA NUBE DE MOSQUITOS


“Un verdadero desarrollo humano sólo puede alcanzarse en la 
medida que más y más personas, en vez de hacer lo que les 
conviene, hagan lo que hay que hacer.”

Hace más de medio siglo, en 1957, el economista chileno Manfred Max-Neef,
con solo 25 años de edad, abandonó una carrera promisoria dentro de la
multinacional Shell para dedicarse a estudiar y experimentar, junto a la gente
común de la periferia social de América Latina, soluciones prácticas a los
problemas de la existencia. No sólo tuvo que cambiar el lenguaje
sino también las categorías y formular otra economía.

Conoció varios países y pueblos trabajando en proyectos de desarrollo de
organizaciones de la ONU y en universidades de Estados Unidos y América
Latina, a veces como exiliado debido a que las dictaduras no veían con buenos
ojos sus actividades. Su libro “From the Outside Looking In: Experiences
in Barefoot Economics”, publicado en 1981, se volvió un clásico de la
‘economía descalza’, que se hizo internacionalmente conocida.

En 1983, a sólo tres años de existencia del premio otorgado por el Parlamento
de Suecia, Max-Neef recibió el Right Livelihood Award, el Premio Nóbel
Alternativo. En su caso fue “por revitalizar las comunidades pequeñas y
medianas, impulsar la autoconfianza y reforzar las raíces del pueblo”.
Con el dinero del premio, fundó ese año en Santiago de Chile el
Centro de Estudio y Promoción de Asuntos Urbanos (CEPAUR).

Max-Neef integra, entre otras asociaciones, la Academia Europea de Ciencias
y Artes, el Club de Roma, la Academia Leopold Kohr, de Austria, la E. F.
Schumacher Society, de Inglaterra, y es Honorario Internacional de la Fundación
Dag Hammarskjold, de Suecia. Es miembro asimismo del Consejo Asesor
del Instituto para la Creatividad Ambiental de Yokohama, Japón, pero
no desprecia ninguna tribuna que se le ofrece.

Es así que en las elecciones de 1993 en Chile aceptó la invitación de grupos
ecologistas y sociales para postularse a la Presidencia de la República,
reuniendo cerca del 6% de los votos. Max-Neef fue rector de la Universidad
Bolivariana con sede en Santiago y también rector, entre 1993 a 2001,
de la Universidad Austral, en la ciudad de Valdivia, donde se desempeña
actualmente como investigador y profesor de Economía.

Entrevistamos por primera vez a Max-Neef en 1991 en Santiago, cuando
se encontraba al frente del CEPAUR, en torno a su idea del desarrollo a
escala humana. En lugar de volver sobre estos conceptos –muy difundidos
a través de sus ocho libros y más de 100 ensayos y artículos, traducidos en
varios idiomas–, en 2006 optamos por hablar de la situación presente.
Sus palabras fueron, como siempre, sencillas y contundentes.

— Al cabo de 49 años buscando soluciones prácticas en pro del bienestar 
humano, ¿cuál es su valoración de la situación de este momento?

— Estamos hoy en un mundo dominado por la mentira, la codicia, la
ceguera y la indiferencia. Los resultados son, por supuesto, devastadores.
El gravísimo deterioro del medio ambiente, especialmente el cambio climático,
son producto de esas cuatro manifestaciones. Quienes sustentan el poder,
falsifican la realidad con el fin de alcanzar sus propósitos y quienes son
víctimas de esa falsificación acaban cayendo en la indiferencia al
sentirse impotentes.

—¿Cuáles son sus perspectivas con respecto a las posibilidades de un
desarrollo a escala humana como usted ha venido preconizando?

— Afortunadamente crecen, por otra parte, los movimientos y presiones
desde la sociedad civil para cambiar esta ruta de colisión. Tienen particular
importancia los esfuerzos locales en procura de adecuados niveles de
autodependencia y sustentabilidad.

— ¿Puede darnos algunos ejemplos?

— Hay muchas experiencias de desarrollo a escala humana en países tan
diversos como Colombia, Suecia, Sudáfrica, Australia, Reino Unido y otros,
que deben ser evaluadas como adecuados mecanismos de defensa frente
al eventual (e inevitable) colapso del sistema neoliberal dominante. Son,
por decirlo así, colchones, a nivel micro, sobre los cuales caer, una vez
que se desplome el modelo macro.

— ¿Le parece posible un colapso? Muchos diagnósticos y recomendaciones
han procurado evitarlo. ¿Qué posibilidades de cambio real existen?


—  Poco o nada han logrado numerosos, importantes y rigurosos estudios
científicos. Sin embargo, no deja de ser notable que ahora, súbitamente, se
haya producido un tremendo impacto en los gobiernos. Por una parte, el
libro y la película “Una verdad inconveniente” de Al Gore y, por la otra, el
Informe de Sir Nicholas Stern a Su Majestad Británica. Digo notable porque
son argumentos desde el ángulo político y económico, no ecológico, sobre
los efectos del cambio climático. Todo ello demuestra que el dinero sigue
siendo más importante que la vida y el bienestar. Lo importante es que el
impacto que han provocado estos hechos derive en acciones concretas.

— América Latina atraviesa una etapa en donde han llegado al gobierno partidos
o alianzas de izquierda, pero casi todos estos gobiernos parecen no poder

escapar del modelo neoliberal y no tener otra alternativa que intentar mitigar
las expresiones más extremas de pobreza engendradas por ese modelo. 
¿Por qué pasa esto?

— En parte se debe a que hoy por hoy los gobiernos tienen menos poder que
las corporaciones transnacionales, que son las que básicamente determinan
la agenda económica internacional. Países que se desvían del catecismo
neoliberal del mal llamado “libre comercio", sufren consecuencias en
términos de sanciones. El peso de los oligopolios transnacionales es
absolutamente determinante en instituciones como la Organización
Mundial de Comercio y el Banco Mundial.

— En varios países de la región están surgiendo nuevos movimientos sociales
que buscan detener o condicionar los megaproyectos de desarrollo que
los afectan. ¿Qué perspectiva le asigna a estos movimientos?


— No se trata de movimientos que pretenden el poder, sino de modificar
los rumbos del poder. La importancia de estos movimientos es fundamental.
Voy a ilustrarlo con una experiencia personal un tanto alegórica. Cuando
en 1993 yo era candidato a la Presidencia de la República en Chile, en
mis encuentros con las gentes siempre surgía, de una u otra manera, el
sentimiento de “¿qué podemos hacer nosotros frente a esos poderes tan
grandes?” Eran actitudes que revelaban angustia y derrotismo. Un día, en
un pueblo del sur de Chile, enfrentado una vez más a esa preocupación
de la gente, tuve una súbita idea que resultó posteriormente un éxito
para mi campaña.

Les dije: “Imagínese usted en un campo abierto. Frente a usted hay un
rinoceronte furioso, listo para cargar. ¡¡Por cierto que lo más estúpido que
usted podría hacer es suponer que usted también es un rinoceronte!! La
pregunta es entonces, ¿cómo se puede derrotar al rinoceronte sin ser
destruido? La respuesta es la nube de mosquitos. La nube de mosquitos
puede volver loco al rinoceronte, sin que él pueda eliminar a los mosquitos. 

Ello porque la nube de mosquitos tiene dos atributos importantes. Primero,
los mosquitos se mantienen compactamente unidos en la nube; y segundo,
no hay ningún mosquito jefe, de manera que es una sociedad que no
puede descabezarse.”


A partir de ese momento, todos mis partidarios comenzaron a identificarse
como “mosquitos”. Los movimientos aludidos tienen esa función, actuar
como mosquitos capaces finalmente de derrocar el poder. De hecho
manifestaciones como las cumbres sociales de Porto Alegre y otras tantas,
poco a poco, van logrando efectos de cambios positivos, a raíz de frenar
propósitos de los grandes poderes económicos. Hay varios ejemplos
de éxito que ya se pueden exhibir.

— ¿Cuál es la utilidad de movimientos globales como las Cumbres Sociales?

— Si bien es cierto que las cumbres sociales han sido importantes, no es
menos cierto que suelen resultar caóticas por el exceso de temas que se
abordan y por los innumerables grupos que quieren tener protagonismo.
Mi sugerencia es que en el futuro tales cumbres se concentren cada vez a
uno o dos temas centrales. Por ejemplo: cambio climático, migraciones
forzosas, derechos indígenas, agua, deforestación, etc. Pienso que de ese
modo los participantes podrán organizarse mejor para presionar a sus
políticos de manera concentrada y coordinada.

Bases de una economía ecológica

El desarrollo es definido por Max-Neef como la “liberación de posibilidades
creativas”
de todos los integrantes de una sociedad, o sea, como un

proceso separado del crecimiento económico y sin ser condición para
éste. Considerando que el desarrollo no debe ser impuesto, sino que
debe provenir de la base de la sociedad, Max-Neef elaboró un método
para captar los deseos y necesidades de la gente sencilla. Para ello
construyó una matriz con nueve necesidades básicas y cuatro categorías
de satisfacción de necesidades. Las necesidades son: subsistencia,
protección, afecto, entendimiento, participación, ocio, creación, identidad

y libertad. Y las categorías: ser, tener, hacer e interacción.

Otra idea central de Max-Neef es la inexistencia de correlación entre el
grado de desarrollo industrial y la felicidad relativa de las personas. En
la década de 1990, formuló la tesis del “umbral”, según la cual a determinada
altura del crecimiento económico la calidad de vida de las personas
comienza a disminuir. “El crecimiento cuantitativo debe ser convertido
en desarrollo cualitativo”
, dice en el libro Economía Ecológica. Pero

desarrollo cualitativo no significa reducir la satisfacción de necesidades
o la calidad de vida ni tampoco renunciar a la ciencia y tecnología. Para

ejemplificarlo, Max-Neef creó el ECOSON (ecological person), un
indicador que expresa la cuota de consumo de energía de un
ciudadano que satisface sensatamente sus necesidades 
básicas sin marginar a nadie.

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