sábado, 27 de agosto de 2016

Capítulo 1.8

LAS VENTAJAS COMPETITIVAS DE  VENIR AL SUR


Los anuncios de nuevas inversiones para producir celulosa realizados
durante la gira europea del presidente Vázquez en 2007 confirmaron
los intereses comunes entre esa industria y el gobierno uruguayo.


Desde los años 90 grandes plantaciones de árboles y fábricas de celulosa
comenzaron a instalarse en América del Sur, cumpliendo una estrategia
definida por los mayores grupos industriales de Suecia, Finlandia, España y
Estados Unidos, acompañada por sus similares de Brasil y Chile.

En Uruguay, en 1987, la Agencia de Cooperación Internacional del Japón (JICA)
presentó el informe denominado “Plan maestro para el establecimiento de
plantaciones de árboles y utilización de la madera plantada” que ayudó a
engendrar, nueve meses más tarde, la nueva ley Forestal y al año el Plan
Nacional de Forestación basado en ese informe.

Mientras en el Norte se iban cerrando decenas de instalaciones que
producían 100, 200 y 300 mil toneladas de celulosa por año, en el Sur se
iniciaban plantaciones para abastecer fábricas de un millón de toneladas
anuales, ocupando vastas áreas de bosques y praderas naturales, incluyendo
tierras aptas para la producción de alimentos.

La visión desde el Norte

Este proceso involucra grandes flujos de capital y es estudiado en forma
sistemática en los países de origen de estos grupos industriales. La
Academia Sueca de Agricultura y Silvicultura organizó en abril de 2007, en
Estocolmo, el seminario titulado “Tilting forest industries from North to
South
” (Moviendo las industrias forestales de Norte a Sur), donde se analizó
la tendencia de la industria sueca de forestación y celulosa a invertir en
países del Sur. Aunque el seminario fue sólo entre representantes de la
industria de la forestación y la celulosa, permitió conocer las opiniones
existentes en el sector.

Varios participantes del evento destacaron el “fantástico” desempeño
de las plantaciones de eucalipto en Brasil, que producen diez veces más
madera por hectárea que en Suecia. “Si quieren que los árboles crezcan
rápido, hablen portugués”
, dijo un orador entusiasta. Angola, Chile,
Mozambique y Uruguay también fueron considerados con “perspectivas
interesantes”
para la instalación de inversiones por ser “países de bajo 
costo”, debido al precio de la tierra y el agua, la mano de obra barata
y los bajos aportes fiscales.

Pricewaterhouse Coopers (PwC) abonó esas apreciaciones. En el informe
“Risk and Rewards” de 2007 definió a América del Sur como el continente
con los recursos forestales más ricos del planeta. “Bendecido, en partes
importantes, con un clima favorable, suelos fértiles y tierra abundante, el
continente tiene uno de los más bajos costos del mundo en fibra de madera,
lo que se ha vuelto una ventaja competitiva de primera clase en los mercados
mundiales para las industrias basadas en plantaciones de crecimiento
rápido, especialmente para celulosa”, dijo PwC.

La consultora canadiense señaló que, en Uruguay, “entre 2,5 y 3 millones
de hectáreas han sido consideradas aptas para la forestación, siendo la
cifra mayor equivalente a un 20 por ciento de la superficie total” del país y
señaló que el gobierno abrió las puertas a la inversión extranjera en el sector.
Más adelante, PwC informaba que luego de venir plantándose en el país a
un ritmo de 50 mil hectáreas anuales, en los dos a tres años precedentes
hubo un enlentecimiento, pero consideró esta tendencia transitoria y
previó que el ritmo se elevaría hasta llegar a 100 mil hectáreas anuales.

En términos globales, América Latina es un actor menor en el consumo
de productos de papel. De ahí el interés de los inversores en concentrarse
en la oferta de celulosa y no en la producción de papel en la región.
De un 9 por ciento del total de la producción global de pulpa y un 18 por
ciento de la pulpa de mercado en 2005, la industria preveía que en 2010
América Latina proveerá el 25 por ciento de la pulpa destinada al mercado
internacional. En este crecimiento se incluían las inversiones en curso en
Brasil, Chile y Uruguay.

Paralelamente, en el Sur

Durante la visita a Portugal, la comitiva del presidente Vázquez destacó
las reuniones con el grupo lusitano Portucel en torno a la posible
construcción de una planta de celulosa en el país. Se aludió incluso a una
supuesta “pulseada” con Brasil por esta inversión. Las declaraciones del
presidente y los ministros que lo acompañaban sirvieron para reafirmar la
voluntad política favorable a la concreción no sólo de este proyecto sino
también de muchos otros. No por casualidad, en esos mismos días, tomaron
estado público expresiones similares de interés en Uruguay por
parte del grupo japonés Nippon Paper y la empresa estadounidense
International Paper Co.

”Tenemos un megaproyecto posible. Los montos superan largamente
los mil millones de dólares en total. Podría, en la eventualidad de concretarse,
localizarse en el este del país”
, declaró el ministro Danilo Astori en
Portugal. “Esperamos en los próximos días una nueva delegación de esta
empresa que –aspiramos– pueda avanzar en el camino de confirmar la
inversión en Uruguay, porque de alguna manera sería culminar ese ciclo
forestal que se ha planteado en el país desde hace tanto tiempo”
, agregó el
ministro Víctor Rossi, quien aparecía como gestor de los contactos iniciales
con la empresa portuguesa.

A la hora de presentar algunos datos luego de la visita a una de las plantas
de Portucel, los ministros uruguayos fueron sin embargo bastante poco
precisos. “La planta que visitamos ocupa, en tres turnos, todo el año, a 1.700
personas. Y exporta 750.000 toneladas de papel al año a 80 países del mundo.
Una verdadera maravilla”, comentó Astori. Por su parte, Rossi informó que
Portucel ocupa a 1.400 trabajadores y que su posible instalación en Uruguay
incluiría tanto la producción de celulosa como la fabricación de papel.

Según las informaciones de la empresa, Portucel posee tres instalaciones
en Portugal, una en Setúbal, que produce 510 mil toneladas de celulosa
y 270 mil de papel al año, con 800 empleados (ésta fue la planta visitada
por la delegación uruguaya), otra en Figueira da Foz (la mayor planta de
celulosa y papel de la península ibérica), que produce 550 mil toneladas
anuales de celulosa y 750 mil de papel, con 850 empleados, y la tercera en
Cacia, que produce sólo 260 mil toneladas anuales de celulosa con 300
empleados.

Las dos instalaciones mayores de Portucel combinan la producción de
celulosa y de papel. Al trasladarse a América del Sur estas empresas excluyen
por lo general la fabricación de papel, por no ser la región el destino
final de este producto, siendo esta fase la que emplea mayor número de
trabajadores. A su vez, para obtener mayor rentabilidad, las plantas que se
construyen en el Sur amplían la escala a un millón de toneladas de celulosa
anuales y más, pero esto no significa mayor empleo que en el Norte sino
menos. Los proyectos similares en curso en la región y en Uruguay no
superan los 300 trabajadores.

Uruguay, entre los “más verdes”

Durante la visita presidencial a Europa en 2007, casi toda la prensa
uruguaya recogió con orgullo una clasificación de “la prestigiosa publicación
Reader Digest”
(sic), según la cual Uruguay figuraba entre los primeros
nueve países “más verdes” del mundo así como “más preocupados
por su medio ambiente y por el bienestar de su población”
.

La fuente principal de dicha clasificación era el Índice de Sustentabilidad
Ambiental (ESI, por sus siglas en inglés) elaborado por las universidades
estadounidenses de Yale y Columbia, que puso en 2005 a Uruguay en
el tercer puesto de los países con mayor sustentabilidad, atrás de Finlandia
y Noruega. Ese año, la noticia concitó también amplia repercusión local,
aunque se comprobó que ese indicador tenía errores conceptuales.

Uruguay utilizó la versión del ESI 2005 en una reunión del Mercosur
como demostración de su alto grado de preocupación con el medio ambiente.
Sin embargo, Uruguay no apareció en la versión siguiente del ESI, en 2006,
por falta de datos. De ahí en adelante, el ESI dejó de calcularse y fue
sustituido por el Índice de Desempeño Ambiental (EPI, por su sigla en
inglés), en donde Uruguay pasó a ocupar el lugar Nº 36 en 2008.

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