domingo, 21 de agosto de 2016

Introducción

¿De qué estamos hablando?

El papel, a pesar de haber sido inventado como un instrumento para la
comunicación entre las personas, más de la mitad del papel producido en
el mundo actual tiene otros fines.

En la industria de la madera, la de papel y cartón es la de mayor crecimiento,
pero además de la producción tradicional destinada a periódicos, libros,
revistas y papel para escribir e imprimir, el crecimiento acelerado del
consumo surge de un nuevo tipo de materiales comerciales y publicitarios de
grandes tiendas y supermercados –el llamado “correo chatarra”– y de papeles
para usos en el hogar y sanitarios promovidos en las últimas décadas.

Para colmo, la aparición más reciente de las computadoras y otros
equipos electrónicos aumentó la demanda en vez de reducirla. La “oficina
sin papel” sigue siendo un sueño lejano.

Papel y otros derivados de la celulosa

De acuerdo con las estadísticas de la FAO, el consumo de papel en el
planeta se quintuplicó en los últimos 50 años. A comienzos del siglo XXI el
consumo mundial de papel se calculaba en 300 millones de toneladas anuales,
en 2005 esa cifra había crecido a 366 y se estima que para el año 2020
llegará a los 566 millones de toneladas anuales.

Según la misma fuente, un 41% de la producción global es utilizado en
periódicos, otros impresos y para escribir, mientras que el 59% se destina
a otros papeles y cartones.

Los países más industrializados consumen 87% del papel y 76% de la
madera procesada en el mundo. Por persona y por año, en Francia se consumen
190 Kg. de papel y cartón, en los Estados Unidos de Norteamérica esa
cifra se eleva a 297 Kg. y en Finlandia a 324 kg. En Uruguay se consumen
unos 36 Kg. y en China e India menos de 11 kg.

Los estudios de las Naciones Unidas consideran que se requieren de
30 a 40 kilos de papel por persona y por año para satisfacer las necesidades
básicas de alfabetización y de comunicación de los seres humanos.

Resulta así que la mayor parte del consumo de papel en los países
ricos no está dirigida a atender necesidades fundamentales, sino nuevas
formas de consumo superfluo que dan grandes ganancias a la industria
de la celulosa y que son grandes generadoras de basura. El embalaje,
envases y otros artículos de papel rápidamente descartables representan
actualmente un 40% de los residuos sólidos en muchos países industrializados.

Es perfectamente posible reducir esa espiral de consumo artificial y de
basura sin afectar las aplicaciones útiles del papel. Además para esa producción
necesaria y sustentable, existen procesos menos depredadores –en
primer lugar, el reciclaje– y tecnologías más limpias y seguras, incluso
algunas libres totalmente del cloro y sus derivados.

¿Por qué no se adoptan las tecnologías ambientalmente limpias? Porque
agregan costos y estos disminuyen la rentabilidad de la industria. O
sea que las empresas, y los gobiernos que lo toleran, cargan los costos
ambientales de la celulosa a la sociedad.

Celulosa y plantaciones, tierra y agua


La producción mundial de celulosa en 1994 fue de 171,5 millones de
toneladas y en el año 2005 se elevó a 192 millones de toneladas.
De 130 millones de hectáreas forestadas existentes en el mundo en
2004, las plantaciones de especies de rápido crecimiento destinadas a la
celulosa ocupaban unos 13 millones de hectáreas, con rendimientos superiores
a 15 metros cúbicos de madera por hectárea cada año. Cerca de 80%
de estas plantaciones se encontraba en América del Sur y Asia.

Para producir un millón de toneladas anuales de celulosa –la capacidad
de las plantas que se están instalando en el Cono Sur y en Uruguay– se
necesitan unas 200.000 hectáreas de plantaciones de especies de árboles
de rápido crecimiento. Desde 2000 en adelante, estas plantaciones vienen
creciendo a razón de un millón de hectáreas por año.

La fabricación de celulosa utiliza mayor cantidad de agua que cualquier
otra industria. Para producir un millón de toneladas anuales, Botnia
necesita 85.700 metros cúbicos diarios de agua del río Uruguay, que representan
más de 31 millones de metros cúbicos de agua al año. O sea que
una tonelada de celulosa consume 31 toneladas de agua.

A la vez, Botnia descarga por día en el río Uruguay 71.500 metros
cúbicos de efluentes con desechos del proceso industrial. Si estos efluentes
fueran tan limpios como dicen, ¿por qué no los reutiliza en un ciclo cerrado,
sin necesidad de extraer agua todos los días? Botnia no paga nada por
el agua que extrae del río ni por devolverla contaminada.

Expansión hacia el Sur y concentración

Las mismas razones que llevan a la industria a trasladar hacia el Sur las
plantaciones de árboles, la impulsan a construir aquí las fábricas de celulosa.

El bajo costo de la tierra, en grandes extensiones contiguas, constituye
una ventaja, no sólo para los plantadores, sino también para los fabricantes,
dado que las fábricas de celulosa de última generación son enormes y
su localización económicamente ideal es en el centro de grandes y compactas
áreas productoras de materia prima. Los bajos costos de mano de obra
también son atractivos para estas empresas, al igual que el afán de muchos
gobiernos del Sur de atraer la inversión, que redunda en normativas
ambientales menos exigentes.

América del Sur es actualmente una de las regiones preferidas para la
instalación de nuevas fábricas y para la expansión de la capacidad de las
plantas existentes. La evolución de la industria de la celulosa en Europa muestra
una tendencia a reducir el número de plantas. En 2004 la planta promedio en
Europa producía unas 200.000 toneladas al año, mientras en América del Sur
se empezaron a construir plantas de un millón de toneladas.

En 2006, las 10 compañías líderes reunían el 67,6% de las ganancias
totales de las 100 empresas papeleras más grandes del mundo. La concentración
progresiva de las grandes industrias tiene por objetivo obtener mayores
ganancias por tonelada.

El principal destino de la pulpa que se comercializa en el mercado es
Europa Occidental (a excepción de los Países Escandinavos), que recibe el
38% del total de las exportaciones. El segundo mercado es Estados Unidos
con el 19%, seguido por Japón (8%), mientras que los países de Asia y
África adquieren el 20% de la producción mundial. China se encuentra hoy
entre los destinatarios internacionales de mayor crecimiento.

*****

Algunos piensan que no nos interesa qué hacen con la celulosa en
otros países ni cuánto ganan estas empresas. Nuestro interés estaría solo
en lo que deja para el país, sobre todo en trabajo.

Si bien, en realidad, no podemos prescindir de lo que ocurre en el
resto del planeta, las próximas páginas analizarán precisamente qué ganará
Uruguay con esta opción productiva. En definitiva, cuáles son sus efectos
sobre las condiciones del país y la calidad de vida de su gente.

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