martes, 23 de agosto de 2016

Capítulo 1.5

IIRSA: LA INTEGRACIÓN REGIONAL HACIA AFUERA


La iniciativa del BID y otros bancos para integrar la infraestructura de la
América del Sur enfrenta creciente desconfianza y riesgo de conflictos por
falta de transparencia y de participación social en las decisiones sobre los
proyectos.


La Iniciativa para la Integración de la Infraestructura Regional Sudamericana
(IIRSA) es un ambicioso programa de construcción de megacarreteras,
represas, gasoductos e hidrovías aprobado por los presidentes sudamericanos
en Brasilia en 2000, a partir de una propuesta del Banco Interamericano
de Desarrollo (BID) y otros bancos de la región.

Con 18 millones de kilómetros cuadrados de territorio y 350 millones
de habitantes, América del Sur posee la mayor biodiversidad y reserva
de agua dulce del planeta, pero ocupa también el primer lugar en inequidad
social. Por su gran escala, las obras proyectadas por IIRSA producirán
fuertes impactos sobre zonas de enorme riqueza en diversidad
biológica y cultural.

Pero no sólo las propuestas de IIRSA, sino también la forma cómo éstas
son elaboradas y decididas, así como los procedimientos para ponerlos
en práctica, han suscitado una gran desconfianza en organizaciones de la
sociedad civil. No puede ser una sorpresa entonces que algunos proyectos
iniciados estén enfrentando ya una resistencia activa.

Desconfianza creciente

Desde el lanzamiento de IIRSA varias organizaciones de la sociedad
civil (OSC) de la región buscaron informarse al respecto. En julio de 2005,
29 OSC de América del Sur, Estados Unidos y Europa se reunieron en Lima,
Perú, para realizar un diagnóstico de la iniciativa y decidieron coordinar
sus acciones a través de la Articulación frente a IIRSA.

La Articulación reconoce a la integración como una cuestión clave del
desarrollo económico, social y cultural de los pueblos del área, pero considera
que este proceso “debe comenzar por un conocimiento de los problemas
que afligen al continente a través de la participación más activa de sus
ciudadanos y sobre el tipo de desarrollo que desean”
.

Cuando las OSC reclaman información, la respuesta es que los proyectos
están en estudio, pero sin mediar consulta previa pasan a ser ejecutados.
En septiembre último, en Buenos Aires, Argentina, la Articulación
frente a IIRSA realizó su tercera reunión, que ahora entró en la fase de
coordinar el apoyo a las movilizaciones contra proyectos en curso.

Entre estos proyectos, dos represas sobre el río Madeira, el mayor
afluente del Amazonas, con su Evaluación de Impacto Ambiental aprobadas
por el Instituto Brasileño del Medio Ambiente (IBAMA), son cuestionadas
por científicos, organizaciones e instituciones, tanto bolivianas como
brasileñas, que consideran insuficiente esa evaluación.

Tentativas de diálogo


En un esfuerzo por encauzar esta situación, la Unión Mundial para la
Naturaleza (UICN) lanzó, en septiembre de 2006, desde su Oficina Regional
UICN-Sur, en Quito, Ecuador, la propuesta de creación de un Observatorio
Ambiental sobre IIRSA.

La idea del Observatorio surgió de un foro electrónico con más de 300
participantes, en su mayoría integrantes de ONG y académicos, en donde
se reiteraron las inquietudes sobre IIRSA en torno al modelo de integración,
el aumento de la deuda externa, la carencia de las evaluaciones y la
falta de información e instancias de participación de la sociedad.

La UICN dedujo del foro la necesidad de una convocatoria más amplia
con el fin de generar un diálogo intersectorial capaz de fortalecer la capacidad
de la sociedad civil, los gobiernos y el sector privado para “evaluar los
impactos y beneficios, oportunidades y amenazas asociadas al desarrollo
de la iniciativa, desde una perspectiva socioambiental”
.

En este enfoque, UICN rescata experiencias en América Latina que
muestran la importancia de la participación de la sociedad civil organizada
en la construcción de políticas y procesos de desarrollo y señala que bancos
multilaterales como el BID han incorporado normas que consideran la
participación pública como elemento indispensable de su gestión.

En enero de 2006 el BID aprobó una nueva Política de Medio Ambiente
dirigida a “fortalecer su compromiso con la sostenibilidad ambiental” y
en agosto adoptó una nueva política sobre acceso a la información ratificando
“la transparencia y la responsabilidad en todas sus actividades”. Pero
entre las proclamas y la realidad hay aún una gran distancia.

BID en circuito cerrado

En las directrices de la nueva política ambiental, el BID se propone:
manejar con eficacia los riesgos ambientales, sociales y culturales; establecer
una relación temprana y permanente con las comunidades y obtener su
apoyo antes de financiar grandes proyectos; así como conservar y proteger
la biodiversidad contra toda amenaza significativa.

La Política de Disponibilidad de la información afirma, a su vez, que “la
información pública de la institución”
debe ser accesible en todos los países,
pero aclara que “corresponderá al Banco la determinación final acerca de
la información que podrá ponerse a disposición del público” (sic).
O sea, el BID decide lo que se puede saber sobre el BID.

Para que no queden dudas, el mismo documento del Consejo Directivo
reafirma que “las decisiones definitivas atinentes al Banco, sus políticas
operativas y sus proyectos y programas, corresponden al Banco y a los
gobiernos de sus países miembros”
.

Entonces el circuito se cierra. Si el BID solo elabora las políticas, hace
las consultas, toma las decisiones y controla la información al público, las
comunidades seguirán estando al margen de las decisiones, de la gestión y
del resultado de los planes de desarrollo.

IIRSA ES DESCONOCIDA POR NUESTRAS COMUNIDADES

Entrevista al abogado Jorge Daneri, presidente de M’Biguá - Ciudadanía
y Justicia Ambiental, de Argentina, integrante de la Articulación
frente a IIRSA:


—¿Qué opina de la propuesta de UICN de crear un Observatorio 

Ambiental de IIRSA?

—Creo que la propuesta en líneas generales es positiva. Pero hay un
uso del lenguaje que puede resultar delicado, pues existe un contraste.
Por ejemplo, no es claro el significado de “observar” algo que, como
iniciativa de los gobiernos y la banca multilateral, no tiene escenarios
metodológicamente claros, dinámicos y transparentes de gestión participativa
e incluso que en muchos países ha sido construida con total
desconocimiento de los pueblos. La iniciativa IIRSA ha mejorado el
acceso a alguna información, pero de carácter general y sin dar acceso
a los procesos de construcción de dicha información en cuanto a las
decisiones de los gobiernos y la banca multilateral.


—¿Qué aspectos de la información sobre IIRSA le parecen más relevantes
y que han recibido menor difusión en la opinión pública de la región?


—IIRSA es desconocida por nuestras comunidades en la región, con
honrosas excepciones en Argentina, como es el caso de una dirigencia
intermedia en el sur y este de Entre Ríos por la crisis de las plantas de
celulosa y su relación con esta iniciativa, además de una mediana cantidad
de dirigentes de ONG, ecologistas en Argentina y América Latina.
El mayor debate público sobre IIRSA se da hoy en Brasil, con los
casos del río Madeira o el propio Amazonas y sus procesos de
artificialización con las iniciativas de hidrovías.


—¿En qué nivel territorial y jurisdiccional debería darse la participación
de la sociedad civil?


—En todos los niveles, previamente con las condiciones, criterios y
términos de referencia acordados entre todos los actores relevantes
pero, en particular, en primera instancia, con nuestros propios gobiernos.
Esto hoy es como una fantasía de sueños imposibles.


—¿Y cuál debería ser su carácter: consulta, decisión, seguimiento, 

evaluación?

—Depende de cada caso, de cada región, de las experiencias y realidades.
Pero en teoría lo más amplia, democrática y completa posible.

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